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viernes, 18 de enero de 2013

¿A qué hueles hoy?

                      


Foto  Marilele & Hache
 Acerco la nariz a tu boca y el perfume del Rouge 56, con el que la coloreas, recuerda el olor de las ciruelas. Te doy un mordisquito en el labio  y tú dibujas una sonrisa. Paseo la lengua por tus dientes para encontrarme con tu lengua, húmeda, caliente, sabrosa. Te picoteo con pequeños besos mientras me lanzo por el tobogán de tus pechos y aterrizo con suavidad sobre  el vello aterciopelado que te cubre el vientre y juego a dibujarte la circunferencia del ombligo e inspiro su olor a miga de pan. Desciendo por los muslos atléticos hasta llegar a unos pies que huelen al cuero de esos zapatos de salón que tanto me excitan. Contengo las ganas de comerme cada uno de sus dedos y me contento con chuparlos despacito, uno a uno. Un  fuerte olor a aceitunas me guía hacia  el clítoris pequeño, salado, que escondes entre las piernas y que descubres para que lo acaricie, lo lama, hasta que, de tus poros, emane el aroma intenso, ácido, de tu orgasmo.

martes, 15 de enero de 2013

I Carrera Verde




                                                Ilustración de Carmen Martínez


Dama de noche

A cada día gris y plomizo, en el que el único juego era trepar a los árboles calcinados, con el propósito de ser el primero que encontrara una señal de vida entre las ramas, le  seguía una noche en la que las pesadillas, por la aventura frustrada, invadían nuestros sueños.  Como cada noche, mamá nos consolaba con bellas historias, en las que las calles estaban repletas de jardines que nos impregnaban del intenso aroma de sus jazmines, y las rosas de los tiestos de los balcones daban pinceladas de color.  Después nos besaba con ternura y nos prometía que, algún día, nuestros deseos se cumplirían.  Así pasamos las semanas, los meses, envueltos en una triste monotonía, hasta que un sueño de ensueño, en el que, subida a mi triciclo, paseaba por el cielo  y lo sembraba de amapolas, encendió una llamita de esperanza en mi pequeño corazón. Aquella mañana todo transcurrió como de costumbre: contamos hasta diez y  la carrera comenzó. Todos salieron en estampida menos yo, ese día había decidido quedarme en casa y buscar bajo la ceniza que cubría el jardín.  Después de un par de horas de infructuoso trabajo, cuando estaba a punto de abandonar, me senté  a los pies del árbol preferido de mi abuelo  y empecé a apartar las hojas secas. De este modo  se cumplieron mis deseos y gané el juego. Gracias al diminuto brote de la "Dama de noche" que encontré  entre sus raíces y que, todavía hoy, mientras veo a mis nietos correr entre las flores, acompaña mis noches con su perfume y trae a mi memoria las dulces palabras de mamá.



El Repollo que me pasó el relevo fue Carmen Martínez (ilustradora), desde Cirujanos de letras, y yo se lo paso al Repollo Mei Morán (escritora), en Mei Morán.
Si queréis más información, os podéis dirigir a Luisa Hurtado, de Microrrelatos al por mayor, alma de esta carrera.